INTRODUCCIÓN
¿Cómo hablar de María con la suficiente
ternura, con la necesaria verdad? ¿Cómo explicar su sencillez sin retóricas y
su hondura sin palabrerías? ¿Cómo decirlo todo de ella sin inventar nada, si lo
único que realmente conocemos con certeza de ella por los evangelios no va más
allá de doce o catorce líneas?
MARIA, MUJER COTIDIANA
Situar a María en su vida cotidiana a
menudo se nos escapa y centramos nuestra mirada en las intervenciones divinas
que la sitúan en un piano enormemente cercano al misterio, a veces incluso
fundiéndose en El. Dichos acontecimientos trascienden lo meramente humano y nos
hacen, quizá, dejar en un segundo lugar la vida diaria de María;
olvidando así, que esa vida de cada día tiene mucho que contarnos y aclararnos
de aquella de quien afirmamos que es Madre de Dios y Madre nuestra.
Acercarse a la biografía de María
de Nazaret se hace difícil principalmente por la escasa referencia que
de ella encontramos en los evangelios, pero sin duda de esos pasajes, contados.
pero a la vez ricos en contenido, podríamos deducir, sin temor a equivocarnos, la
grandeza de una mujer de a pie a quien no todo le vino resuelto por el hecho de
haber sido elegida por Dios para que diera acogida en su seno a Jesús.
No tuvo que ser nada fácil abrirse al proyecto de Yahvé en sus años
adolescentes. El "hágase" dicho al ángel no es una
respuesta idealista propia de sus anos, sino una respuesta consciente que
se traduce en coherencia a los pocos días en su actitud de servicio con Isabel.
San Juan relata otra escena en la que
este compromiso con la construcción del Reino se hace patente en un gesto
humano y sencillo de María: su sensibilidad femenina ante el apuro
de los novios de Cana, "no tienen vino", ¡qué propio de una mujer
intuir que algo no va bien en los rostros preocupados de los anfitriones! María
es extraordinaria y a la vez un testimonio cuya proyección resulta para el
cristiano un modelo de configuración por su forma de aterrizar en lo
habitual y diario.
Es extraordinaria en su disponibilidad
y fe absolutas. Sus "Si" firmes y confiados a la voluntad de
Dios nos hacen percibir que Ella era una criatura especial, diferente, pensando
incluso que pudiera estar hecha de otra pasta distinta a la nuestra. Sin
embargo... María es plenamente humana, plenamente mujer, plenamente
cotidiana. Es en esta cotidianidad de María donde se va forjando la fuerza
interior para radicalizar la opción por Dios en Nazaret, Belén, Cana, Getsemaní
o Jerusalén; porque a pesar de la admiración que pueda producir lo grandioso: DIFÍCIL,
inmensamente difícil, ES LO PEQUEÑO.
María vive intensamente cada momento,
haciendo de ese momento un instante y un lugar privilegiado de encuentro con
Dios. Es la fidelidad en los pasos pequeños y constantes del
andar cotidiano lo que cristaliza en un "Si" absoluto en las
situaciones que exigen una contundencia valiente y generosa.
Sin duda, las grandes obras maestras se
realizan a través de numerosas pinceladas, todas ellas de una calidad
indiscutible.
Como diría Leonardo Boff: "...Ella
es una humilde, pobre y anónima aldeana, pero en Ella también se encuentro e/
puño de convergencia de los impulses vitales femeninos... como madre, esposa,
hermana y amiga" Todas estas dimensiones incuestionablemente
femeninas y cotidianas constituyen el marco perfecto para que María, sin dejar
de ser una mujer normal, sea una colaboradora excepcional y directa con
el plan salvífico de Dios. Asume constantemente los acontecimientos del día
a día como su historia de salvación personal, en la que lo ordinario y lo
extraordinario, lo sencillo y lo complicado, lo grande y lo pequeño, adquiere
un sentido decidido de entrega y de comunión con el ser humano y con lo divino.
María vive como nadie al servicio del
proyecto de Dios porque es capaz de transformar la rutina en
oportunidad para hacer presente el Reino, porque abraza ilusionada el
don de la vida para dar, y porque, aun habiendo sido elegida por Dios, no
introduce su vida en un paréntesis al margen del resto de la humanidad, sino
que sigue siendo una mujer de a pie, una mujer cotidiana.
Casi no vemos rasgo alguno
extraordinario en el exterior de la Virgen. No es, al menos, eso lo que la
Escritura subraya. Su vida es presentada como algo muy simple y común en lo
exterior. Ella hace y sufre lo que hacen y sufren las personas de su condición
-mujer judía. con todo lo que eso conlleva en aquella época-. Visita a su prima
Isabel, como lo hacen los demás parientes. María va a inscribirse a Belén, con
otros más. Su pobreza la obliga a retirarse a un establo. Vuelve a Nazaret, de
donde la alejara la persecución de Herodes; y vive con Jesús y José, que
trabajan para procurarse el pan cotidiano.
1.- UNA PRIMERA
VALORACIÓN
No son pocos los cristianos que quedan
sorprendidos, si es que no defraudados, cuando se percatan de la escasa atención
que presta a María la Palabra de Dios. Pasan por alto dos hechos, que - más que
explicar tal desinterés -ayudan a centrar la devoción por la madre de Jesús en
el corazón mismo del evangelio.
No puede ser casual que hayan sido los
evangelios los únicos libros del NT que nos recuerdan a María y su aventura de
fe. No podía haber quedado la evocación canónica de María mejor colocada; allí
donde los primeros testigos recogieron cuanto sabían sobre "todos /os
cosas que Jesús desde un principio hizo y enseñó" (Hch 1,1), no pudo
faltar María.
La memoria apostólica de Jesús ha
rescatado - ¡y para siempre! - del olvido a María. Por sobria que se nos antoje
su presencia en la tradición apostólica o poco relevante el papel que allí se
le asigna, el hecho es que ello mismo obliga a mantener cercano al Cristo del
evangelio a quienes deseen acercarse a la virgen de Nazaret. Lo que
significa que para ser, en verdad, mariano, el creyente ha de ser más
evangélico.
No es fruto del azar, tampoco. el que
hayan sido Lucas y Juan los dos evangelistas más recientes, los más próximos a
nosotros - es un decir — y más alejados de los hechos que narran, quienes nos
han transmitido, más que retrato de su persona, un esbozo de su aventura de fe.
Cuanto más débil se estaba haciendo la memoria apostólica, más nítida aparece
en ella la figura de María; cuanto más probada la fidelidad de las comunidades
cristianas, mas modélica la peregrinación creyente de María (Lucas) y más
eficaz su acompañamiento en la vida de fe de los discípulos de su Hijo (Juan).
Las primeras generaciones cristianas que descubrieron a María como creyente
ejemplar y madre de discípulos fieles, vivían acosadas en su fe y tentadas por
el aparente abandono de su Señor. Su devoción por María no fue pasatiempo
inútil ni juego de sentimientos; fue, y debería seguir siéndolo hoy, ocupación
para tiempos difíciles.
2.- MARIA DE NAZARET:
Una mujer pobre y de pueblo
¿Cómo veían, pues, las primeras
comunidades cristianas a María? ¿Qué creían de ella?
1 - QUE DIOS SE HABÍA HECHO HOMBRE EN
MARIA.
Eso está muy claro para la comunidad:
que María es la madre de Jesús de Nazaret, y que este Jesús, y no otro, es el
Hijo de Dios que se hizo hombre en María.
2. QUE MARIA, LA MADRE DE JESÚS, ES
MUJER ANTES QUE MADRE.
María, antes que madre, fue mujer. Una
mujer que consciente y libremente se arriesgó y asumió sus responsabilidades:
- Ante Dios: dio su Sí a
Dios después de cerciorarse bien sobre lo que se le pedía (Lc. 1, 34-38)
- Ante la sociedad:
arriesgándose a ser criticada (Mt. 1.18).
- Ante la historia:
respondiendo a Dios con todo su yo humano, femenino, en la misión más
importante encomendada por Dios a una persona (Lc. 1,31-33. 38; Jn. 19,25).
María contó con un esposo, José, que la
respetó (Mt 1,18-19), creyó y confió en ella (Mt. 1,24-25), la dependió
(Mt.2,14).
INMACULADA Y HUMANA:
En la fiesta de la Inmaculada
celebramos que en María no hay nada de mancha o pecado. Concebida desde el amor
y para amar. Entrañada en Dios, que es Amor.
Pero fue humana. No podemos decir que
María no sintiera nuestras debilidades o tentaciones. No va a ser ella menos
humana que su Hijo. No debió ser nada fácil para ella vivir radicalmente su fe,
entregarse a la voluntad de Dios, vivir enteramente para los demás. No le debió
ser nada fácil callar, decir que si, escuchar palabras que no entendía o
anuncios dolorosos, aceptar cómo su Hijo cada vez se iba haciendo más mayor.
Hubo que sufrir la duda, la lucha, el miedo, la humillación. Hubo de temblar y
llorar ante el vaciamiento radical que se le pedía. Fue humana María. No fue
diosa, distante de la humanidad.
3. QUE MARIA, LA MADRE DE JESÚS, ES UNA
MUJER POBRE, UNA MUJER DEL PUEBLO
Dios fue enteramente libre para escoger
a la madre de su Hijo. ¿A qué María escoge Dios, de entre tantas mujeres, para
Madre de su Hijo hecho hombre? ¿A qué "señora" elige?
+ A UNA MUJER JUDÍA. María pertenece al pueblo judío, un pueblo
pequeño, entonces pobre, colonizado y ocupado militarmente por el Imperio
Romano (Lc. 2,1-7). María es de una región, Galilea, despreciada por los de la
capital (Jn. 7,52), de un pueblito del que se dice "¿De Nazaret puede
salir algo bueno?" (Jn. 3,46)
+ A UNA MUJER POBRE. Esta es la realidad. Dios no escoge a una
princesa. a una persona importante, Lo podía hacer. Pero María ni siquiera es
la prometida de un sacerdote judío (y había 7.200 en aquella nación tan
pequeña), ni de un doctor (escriba), ni siquiera de un piadoso fariseo. Mucho
menos es la mujer de un hacendado, ganadero o comerciante judío. De una mujer
pobre nació el Hijo de Dios en la tierra. María se convierte en el sacramento
de la opción de Dios por los pobres.
+ A UNA MUJER DEL PUEBLO. La madre de Dios es María de Nazaret, un
pueblecito pequeño, más bien caserío. Es una mujer campesina. Como su hijo
Jesús "el de Nazaret" (Cf. 1,45-46), nació y vivió pobre en medio de
su pueblo. Da a luz a su hijo en un establo y no tiene otra cuna para él que un
pesebre de animales (Lc. 2,7-19). Cuando su esposo José lo Lleva por primera
vez al templo. presentan la ofrenda de los pobres (Lc. 2,34; cfr. Lv.12,8).
María y José no tenían dinero para dar
estudios a Jesús: "Los dirigentes judíos se preguntaban extrañados ¿cómo
sabe este tanto si no ha estudiado?" (Jn. 7,15). Cuando Jesús vuelve a
Nazaret, donde se había criado, como profeta que dice y hace cosas
maravillosas. lo desprecian por ser hijo de una pobre mujer de pueblo: "El
hijo de María" (Mc. 6,1-6).
4. QUE A ESA MARIA Y N0 A
"OTRA" ESCOGIÓ DIOS.
Los hijos queremos lo mejor para
nuestras madres. Y lo mejor que quiso Dios, lo mejor que quiso Jesucristo para
su madre es que ella fuese una mujer pobre, una mujer del pueblo, ¿por qué
será? Por supuesto que María era consciente de ser una mujer pobre, del pueblo,
y lo aceptó, y lo quiso, y dio gracias por el hecho de que ella, siendo pobre y
del pueblo, fuese la favorecida por Dios:
"Proclama mi alma la grandeza del
Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su
humilde esclava (Lc. 1,46-48-49)
El buen hijo no se avergüenza de su
madre. Dios. Jesús, no se avergüenza de María de Nazaret. ¿Y nosotros nos vamos
a avergonzar de ella cubriéndola con galas que no van con una mujer del pueblo,
con una mujer pobre? Dios la quiso con otras "prendas".
María de Nazaret, la única Virgen María
que existe, no es un ídolo extraño, de otro mundo, enjoyada, arrancada del
pueblo, apartada, y sentada e identificada con los poderosos. Así no la quiso
Dios. El único Dios vivo y verdadero, el Dios de Jesús, quiso y buscó a la
madre de su hijo donde mejor, según El, podía estar al alcance de todos y ser
buscada: en el pueblo pobre y humillado, donde todos, pobres y ricos, podían
fácilmente encontrarla. Porque así es Dios.
'YO. EL SEÑOR, QUE SOY EL PRIMERO. YO
ESTOY CON LOS ÚLTIMOS' (Is. 41.4)
No buscó lo grande, lo brillante, lo
influyente, ni siquiera lo santo: buscó una muchacha, la más pequeña del pueblo
más vulgar de la nación más oprimida.
No es que fuera tan buena y tan santa
que atrajera la mirada y el corazón de Dios, sino que la mirada y el amor de
Dios la hizo tan buena y tan santa. La
iniciativa siempre parte de Dios, y cuando El actúa deja siempre la marca
inconfundible de la pequeñez y la humildad.
0 sea, que Dios no quiere nuestras
cosas, sino nuestro vacío; no quiere nuestras virtudes, sino nuestra pobreza,
no quiere nuestros méritos, sino nuestra fe. Al que se cree digno y capaz, Dios
le deja que se las arregle por su cuenta. Pero al que se cree pequeño e insuficiente,
Dios le acaba enviando el ángel de la Anunciación.
3.- EN NAZARET
«La vida oculta de Nazaret —enseña
Pablo VI- permite a todos entrar en comunión con Jesús a través de los caminos
más ordinarios de la vida humana: "Nazaret es la escuela donde se comienza
a entender la vida de Jesús:
la escuela del Evangelio...Una lección de silencio ante todo. Que nazca en
nosotros la estima del silencio, esta condición del espíritu admirable e
inestimable... Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseña lo que es
la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su carácter
sagrado e inviolable... Una lección de trabajo. Nazaret, oh casa del "Hijo
del Carpintero" aquí es donde querríamos comprender y celebrar la ley
severa y redentora del trabajo humano ...; cómo querríamos, en fin, saludar
aquí a todos los trabajadores del mundo entero y enseñarles su gran modelo, su
hermano divino"» (Pablo VI, Discurso 5 enero 1964 en Nazaret, cit en CEC,
533)
Nos imaginamos que la familia de Jesús
no destacaba en nada, salvo en la perfección con que hacían las cosas
sencillas. Durante el largo tiempo que Jesús estuvo en Nazaret, nada hicieron
que valiera un comentario en la alta sociedad o una línea de los sabios y los
historiadores. No se hacían milagros, No hubo curaciones prodigiosas. Por otra
parte no se ahorraron trabajos y penalidades. La verdad, que no era gente de
pantalla, eran buena gente, servicial y acogedora, de pueblo. Mejor así.
María es la reina del hogar. Se impone
desde dentro, estimula con aliento, dirige con su ejemplo. Su trabajo no es
rentable, pero es imprescindible, lo más valioso. Ella va imponiendo su perfume
y su marca en el hogar. No es que María fuera extraordinariamente grande, sino
que Dios se hizo extraordinariamente pequeño.
Pero María era grande en su capacidad
de acogida. Toda persona es capaz de Dios, pero la capacidad de María no tenía
límites, porque estaba vacía de si. Por eso la vemos siempre a la escucha,
guardando y meditando; siempre tenía algo que aprender, porque no sabía;
siempre tenía algo que recibir, porque era pobre; siempre tenía algo que
crecer, porque era pequeña.
UN
FIAT PARA LA ETERNIDAD
El FIAT. Palabra bendita que no nos cansamos de
agradecer. Aquí va a terminar el largo Adviento del mundo y de la historia.
Primero confiesa su pequeñez. Acaba de escuchar las más grandes alabanzas que
una mujer, una criatura puede oír, pero ella vive en la verdad. Ella se sabe
pequeña, hecha para servir, pobre esclava. Ella solo es en cuanto vive por y
para Dios, por y para los demás.
EL HÁGASE: es el Sí que hizo posible la Encarnación.
Supone docilidad, entrega total. Supone un acto de fe inmenso. Supone una
renuncia a todo y un poner su vida radicalmente en las manos de Dios. María es
toda una historia afirmativa.
Ella es la docilidad pura; no solo
cumple una voluntad divina, sino que se deja hacer "Hágase en mí".
Sabe que si le dejamos hacer a Dios, El sacará de nuestro barro una obra
maestro. No es fácil dejarse hacer. Nosotros tenemos mucho miedo a Dios. Parece
que perdemos libertad, si tenemos que hacer lo que El quiere. Y tenemos miedo a
que nos pida mucho, a que cargue demasiado su mano, a la hora de la poda o de
la transformación. María fue la que se fió, la que no tuvo miedo, la que dejó
hacer a Dios.
Una fe que es al mismo tiempo
confianza: creer, fiarse del otro; que es amor: entrega total de la vida,
desinteresada, generosa; que es también cumplimiento fiel de la voluntad del
otro, de su menor deseo. Una fe siempre atenta a los acontecimientos: los
reflexiona (Lc. 2,19,51); una fe que la lleva a reaccionar ante ellos: ayudando
a los demás (Lc. 1,36-39; Jn. 2,1-3).
Juan Pablo II, en la "Redemptoris
Mater", hace esta extraordinaria afirmación por la que sentimos a María
totalmente cercana a nosotros: "María, la Madre, está en contacto con la
verdad de su Hijo únicamente en la fe y por la fe.... "María ha
pronunciado este fiat por medio de la fe, Por medio de la fe se confió a Dios
sin reservas y se consagró totalmente a si misma... a la persona y a la obra de
su Hijo" (n° 13).
¡Como nosotros! Porque así es también
nuestra fe. ¿0 no?
Creer en la fe cada día con particular
fatiga de corazón.
Si algo distingue la fe de María es la
de ser una fe puesta continuamente a prueba por la realidad de la vida. Ella tenía
su idea de Dios. La "palabra de Dios", bien conocida por María, lo
nombraba el "Todopoderoso" (Ext. 6,3); "Altísimo" (Gn.
14,18-22). "Dios Justo y Salvador" (Is. 45,21), el "Santo"
(Ext. 15,11), el que "reina por siempre jamás" (Ext. 15,18). Y el
ángel le había asegurado que su hijo sería nada menos que Hijo de este Dios
Altísimo "para el que no hay nada imposible" (Lc. 1,31 -37).
Pero ¿dónde está el "Hijo del
Altísimo", el "Consagrado", "Hijo de Dios"? ¿Es ese
poco de carne palpitante que nace de su vientre en una situación de extrema
pobreza (Lc. 2,7) y María recoge en sus brazos y limpia ayudada por José? ¿Ese
es el camino para reinar: huir a Egipto, País lejano y extraño porque
"Herodes buscaba al niño para matarlo"? (Mt.2,13-15)
María tiene que alimentar al bebé Jesús
pues llora inconsolable; lo limpia porque si no hiede; lo arropa y estrecha
fuerte en cálido abrazo porque hace frío.
¿Dónde queda el TODOPODEROSO?
Y durante la mayor parte de su vida, su
hijo Jesús de Nazaret, bebé, niño, adolescente, joven, hombre maduro, no se
distingue de los demás varones con los que convive (lee Mt. 6,1-3).
¿Dónde está el "Santo", el
"Hijo de Dios" del que habló el ángel?
Dios calla: "el silencio de
Dios" en la vida.
MARIA, MUJER CONTEMPLATIVA
María es modelo insuperable de
contemplación. Desde el principio estaba siempre abierta a la presencia de
Dios. Estaba hambrienta de Él. Lo buscaba en su familia y en su pueblo, que
guardaban tan hermosas y fuertes tradiciones; lo buscaba en las Escrituras.
Sentía necesidad de Dios, porque lo
amaba indeciblemente. Pero era Dios el que primero amaba a María
misteriosamente. Así Dios y María se encontraron sustancialmente. Entonces María
adquirió otro grado de contemplación. Ya solo necesitaba mirar hacia dentro. En
su seno se realizaba un misterioso intercambio, lo humano y lo divino se
mezclaban. María contemplaba al hijo de Dios en y desde sus propias entrañas.
Después, ¿quién podrá separar a una
madre de la contemplación de su hijo? María se estará siempre mirando en los
ojos y en el rostro de Jesús. Y todo lo que vea y lo que oiga y lo que sienta
lo guardará en su corazón.
MARIA, MUJER CRISTIFICADA
De tanto mirar a su hijo, María se lo
había aprendido de memoria. Había asimilado sus palabras, sus ideales, sus
actitudes, sus sentimientos. Fue la primera y más fiel discípula de Jesús,
discípula aventajada. Ella dio vida a su hijo biológicamente, pero el hijo le
daba vida a ella espiritualmente. Nadie como María pudo vivir en Cristo y como
Cristo, porque estaba llena del Espíritu de Cristo.
MARIA, MUJER EUCARÍSTICA
María fue el primer sagrario de Jesús.
Por otra parte, las actitudes marianas tienen que ver profundamente con las
actitudes eucarísticas, prescindiendo de que ella comulgara o no:
+ La Eucaristía es misterio de fe: María es modelo de fe: "Dichosa por haber
creído".
+ La Eucaristía obedece al mandato de
Jesús: "Haced esto en memoria mía". María:
Haced lo que El os diga.
+ En la Eucaristía la comunidad
responde: "Amén". María
dijo: Fiat.
+ La Eucaristía se expone para ser
adorado. María se expone a Isabel, que sintió y
alabó la presencia misteriosa.
+ En la Eucaristía se renueva la
ofrenda y el sacrificio de Jesús. María
ofreció a Jesús, a los 40 días, en la patena de sus brazos.
+ La Eucaristía es alabanza y acción de
gracias. María recoge estos sentimientos y
actitudes en su Magnificat.
MARIA, MUJER SOLIDARIA
EL SACRAMENTO DEL ENCUENTRO 0 LA
VISITACIÓN
María de Nazaret, ante el privilegio de
haber sido elegida para ser la madre de Dios encamado, del Mesías:
- No se queda extasiada. fuera de sí
por la alegría.
- No permanece pasiva, encerrada en su
mundo de jovencita embarazada que necesita atención, cuidados, mimos.
- No se lanza a publicar su privilegio
y alegría.
María sale de su mundo, de si misma y
viaja " a toda prisa a la montaña, a la provincia de Judea" (Lc.
1,39), Lo que realmente empujó a María a visitar a Isabel fue la caridad, una
caridad hecha de pequeños detalles:
+ El estar-con: la cercanía, el calor de la presencia, el toque y
el facto.
+ El alegrarse con: el compartir las alegrías y las emociones,
las esperanzas y las ilusiones, hacerlas suyas, sin envidiar.
+ El creer-con: el poner en común los toques de Dios en sus
vidas, el experimentar el amor de Dios y constatar que eso es lo que más les
une, el orar en sintonía.
+ El servir a: ofrecer y aceptar los servicios que mutuamente
se quieren prestar, cosas sencillas, quizá, pero hechas con mucha generosidad.
Es el apostolado de la bondad.
Destacar también el ritmo y la
dirección. María va con prisa, porque la caridad urge. El ritmo lo ha de poner
el que necesita, no el que da. En cuanto a la dirección se acierta cuando se
corre hacia el Sur.
EL MAGNIFICAT:
(la revolución de los adverbios:
que donde se dice arriba se diga abajo, que donde se dice mucho se diga poco,
que donde se dice mal se diga bien, los poderosos abajo y los pobres arriba,
los señores mal y los esclavos bien)
Esta palabra de María es la más larga y
revolucionaria. Merece todo un tratado
+ Es alabanza gozosa y agradecida. Mira a Dios, se mira a sí misma, y no puede
contener el himno y agradecimiento. Es el éxtasis del corazón (Juan Pablo II,
RM 36). Canta la autodonación de Dios, que se ha hecho realidad en sus
entrañas.
+ Es memorial agradecido: porque las promesas de Dios han empezado a
cumplirse. Es el Dios que se ha volcado sobre su niño Israel, sobre su niña María;
sobre todos sus niños, los descendientes de Abraham por la fe.
+ Es profecía esperanzada: ha llegado la hora en que todo va a cambiar.
Dios ha hecho opción por los pobres y pequeños. Que todos los humildes se abran
a la mayor esperanza. María es la Virgen de los pobres. Y se solidariza con
ellos. Les dice que Dios los prefiere y los colmará de bienes, como ha hecho
con ellas. ¿Nos sentimos pobres y pequeños? ¿Nos solidarizamos con ellos?
Nuestros encuentros, nuestras
visitaciones, nuestras liturgias, tendrían que parecerse más a la Visitación de
María. Empezar por alabarnos más unos a otros y reconocer las cosas buenas que
Dios hace en cada uno. Es bueno que nos digamos cosas buenas. Pero que todo
termine en alabanza y agradecimiento a Dios. Y que nuestras oraciones sean más
gozosas. Que multipliquemos los aplausos. Que no nos guíe la rúbrica, sino el
Espíritu. Que no hagamos rutina de los sacramentos, sino apertura al misterio.
Y SU MADRE LE DIJO: ¿POR QUÉ NOS HAS
HECHO ESTO? ... TU PADRE Y YO TE ANDÁBAMOS BUSCANDO
Palabra de angustia. palabra de
búsqueda, experiencia de vacío y de dolor, de incomprensión. Perder a Jesús
significa un inmenso dolor y vacío. Jesús era para María su absoluto, el don
que Dios le había encomendado. Ellos Vivian para él. Y él ahora se pierde,
mejor, se ausenta libremente. María habla de angustia. ¿Cómo no? Es la noche
triste. Algo de esto sufre el alma cuando Dios se ausenta. ¿Por qué, Dios mío?
¿Tendré yo la culpa?
Y sigue la búsqueda: "Te andábamos
buscando". Duró tres días, pero eso es siempre significativo. A los tres
días llega siempre la resurrección.
Esta actitud de búsqueda es paradigma
para todos. Dios se hace buscar. La búsqueda capacita para el encuentro. Se
busca desde la fe y la purifica. Se busca con esperanza y la fortalece.
4.- CONCLUSION: Ser y sentirse criatura
de Dios
Al contemplar a María, ella en seguida
nos advierte: NO os quedéis fijos en mí. Yo no soy nada. Yo solo soy una
relación, un signo admirativo de orientación. Soy el índice que señala al sol.
Mirad al sol. Es verdad, María en sí misma y por sí misma, no es nada, es un
ánfora vacía, es una pequeñez, es una esclava. Pero hay un milagro por medio, un
milagro en etapas.
1.- Lo primero es que ella RECONOCE Y
ACEPTA SU POBREZA: María es lúcida. No
se engaña. No se cree la primera, ni una diosa. Vive en la verdad. Y la verdad
de la criatura es su contingencia. su incapacidad. La criatura es, de por si,
lucecita que se puede apagar en cualquier momento. Puede convertirse en barro,
en pesadez, en tremenda oscuridad. Si conociéramos toda nuestra verdad, quizá
nos espantaríamos, y tendríamos que pedir a Dios, como el cura de Ars, que nos
quitara un poco de esa luz.
2.- Lo segundo es la APERTURA: María tenía su ánfora enteramente abierta. Estaba
así como pidiendo ser llenada.
3.- Lo tercero es la PLENITUD. María pedía a gritos a Dios que la
llenara. Y Dios estaba pidiendo a gritos que se dejara llenar.
La grandeza de María no está tanto en
su nombre, sino en sus relaciones, en su capacidad de ser para los demás. La
grandeza de María esta en el en, en el de, en el con, en el por y en el para. María
no es el en sí y para si, sino en Dios, de Dios, con Dios, por Dios y para
Dios. Este conjunto de relaciones es lo que la define. Ella es de Dios, vive en
Dios y Dios en ella, esta con Dios, lo hace todo por Dios y para Dios. ¿QUIÉN
ES MARIA? Es la criatura que no se pertenece a sí misma, sino que es
enteramente de Dios, que está enteramente de Dios, que está enteramente en
Dios. que vive enteramente por y para Dios; es la mujer de Dios. Es el beso de
Dios a nuestro barro humano. Y Dios besa a María en el lecho cotidiano de
Nazaret...
- En Nazaret podemos recuperar a María
porque allí la encontramos sin pedestal, ni hornacinas, sino calzada con
sandalias recorriendo coda día los quehaceres de la casa; la vemos ir a la
fuente, limpiar, hilar...,
- Nazaret es como la casa materna de María,
allí donde podemos recobrar y reencontrar el gusto por lo sencillo y lo
cotidiano, el deseo de la interioridad que los valores del Reino nos
proporcionan... El Espíritu de Dios en el momento de su elección, te ha
concedido su favor, le da la gracia para la misión que va a realizar... porque
Dios quiso ser carne de su carne y sangre de su sangre... María fue la que
educó a Jesús... cuando Jesús fue diciéndonos como era el Reino, era porque
antes lo había aprendido de María... Ella le enseñó a mirar a la humanidad... María
pronuncia un cántico, en el que nos enseña todo lo que los pobres de Yahvé
habían creído: Dios es un Dios que salva... un Dios que viene a invertir todos
los valores, que nos enseña a mirar de otra manera, a hablar de otra manera, a
rezar de otra manera... valorando lo que los demás no valoran y dejando que
caigan quienes otros levantan...
- Nazaret es el momento de vivir
con hondura la soledad. No hablo de una soledad física, sino de la soledad
interior, de la metafísica. Da la sensación de que Dios había descorrido para María
la cortina del infinito, y, luego, la había abandonado en la vulgaridad del
tiempo de los hombres.
- Nazaret es el momento de la
fe como capacidad para soportar dudas. Dudas, preguntas, cientos de
preguntas que nunca encontraban respuesta en el corazón de María. Aquella
espada que un día, ya lejano, anunció Simeón, iba ahondando en su alma, al ver
como su hijo aparecía como salvador de algunos y condenación de muchos.
- Nazaret es el momento de encontrar la
santidad en la aceptación de la oscuridad de la fe. El FIAT no había sido
una frase, ni una entrega de un momento. Treinta años implacables fueron
estirando el alma de María y haciendo que la plenitud de gracia del primer día
fuera de hora en hora más ancha y más honda.
- Nazaret es el momento del crecimiento
del Reino. Los recuerdos que ella conservaba en su corazón no estaban en él
como joyas en un joyero, sino como las semillas bajo la buena tierra; crecían,
se desarrollaban, daban el ciento por uno.
- Nazaret es el momento de estar
atentos a la escucha... a escuchar lo que nos dice la vida a nuestro
alrededor. Estar atentos a tomar en cuenta en forma muy especial y preferente
las necesidades de los más débiles, de los que son marginados y despreciados,
de los que todo lo necesitan y casi no tienen voz. Estar dispuesto a pasar por
la vida tratando de descubrir las necesidades de cariño de todos los que nos
rodean y las necesidades de libertad y justicia tanto de los que tenemos cerca.
Querer ser, en todos los ambientes, receptores de los profundos anhelos de vida
que nuestro Dios suscita y promueve abundantemente, en forma siempre novedosa
en este convulsionado tiempo nuestro.
- Nazaret es el momento de acoger,
"re-cordar" y discernir... Acoger en el corazón lo escuchado,
percibido y vivido, sin rechazar lo que nos descoloca, asusta o molesta. Luego,
"re-cordarlo", es decir, volver a pasarlo por el corazón, para
sentirlo en profundidad y poder entonces discernir mejor hacia donde apuntan
las fuerzas de vida, de generosidad y de creatividad escondidas en toda relación
y en todo acontecimiento.
- Nazaret es el momento de atreverse
a dar los pasos necesarios para responder a la llamada y para ser
fieles a la "encarnación" y al crecimiento de esta semilla de nueva
vida que nos ha sido regalada a cada uno por nuestro Dios.
- Nazaret es el momento de la encamación.
Dejar que Dios se encarne en nosotros. Abrir los ojos para encontrar en el otro
al Dios encarnado.
- Nazaret es el momento de descubrir
que Dios irrumpe en la vida y la colma de sentido, como
expresó María en el Magnificat
Que el ESPÍRITU nos ayude a un nuevo
nacimiento, a una nueva manera de saber, mirar, pensar, juzgar, sentir y
actuar, que es la misma manera de su HIJO JESÚS, al que ella ayudó a crecer y
llenarse de gracia. Aprendamos a mirar desde esta perspectiva a las personas
con las que convivimos o trabajamos. Con María necesitamos ser creyentes:
unificando nuestro ser, más allá de las apariencias. Nos sentamos junto a ella
para escucharla y hablar con ella de las dificultades de nuestra FE y de
nuestras oscuridades y dudas y le decimos que, como ella, tengamos un corazón
parecido al suyo, que Ella nos contagie su capacidad de ir y venir por la
vida... Que la PALABRA nos vaya dando la sabiduría de saber vivir en lo
cotidiano, con la gente sencilla.
Con Ella queremos contestarnos las
preguntas que a veces no tienen respuesta, y desde Ella aprendemos a mirar la
vida de otra manera... junto a Ella siempre hay un lugar de descanso para
nuestras inquietudes... Ella es quien nos cura nuestras fiebres de eficacia...
Con Ella sabremos callar las tentaciones de querer dominar y por Ella sabremos
soportar la monotonía del trabajo diario. Acostumbrémonos a ser como María, que
vivió en la oscuridad de lo cotidiano, desde el trabajo anónimo en una aldea
perdida, para saber acompañar a Jesús, acompañando a los hombres y mujeres de
hoy: Desde Belén hasta Jerusalén, pasando por Galilea... que es lo mismo que
decir: metamos a María de Nazaret en la vida cotidiana, para encontrarnos con
Jesús...
Para Concretizar:
•¿QUÉ SUPONE PARA NOSOTROS MARÍA DE
NAZARET?
María ha sido, en muchas ocasiones para
nosotros, la gran desconocida, alejándola de nuestra vida ordinaria de fe,
Hemos compartido nuestra reflexión, y hemos de acercarnos a ella,
descubriéndola como:
Modelo de mujer, de madre y de
discípula.
Mujer sencilla, pobre, humilde y
receptiva al Si de Dios a la humanidad. Mujer de fidelidad absoluta a Dios.
Primera creyente, porque conoce al Dios del Amor.
Mujer de fe, de entrega, atenta a las
necesidades del hermano, comprometida en lo cotidiano. Cuanto más cercana se
descubre, mas nos identificamos con ella. Señal luminosa que nos marca el
camino hacia su Hijo.
Profeta de nuestro tiempo.
En ella descubrimos como Dios se hace
presente y salva en la debilidad.
• ASPECTOS QUE NOS DESCUBRE MARIA PARA
VIVIR LA ESPIRITUALIDAD DE NAZARET
Reencontrar el gusto por lo sencillo,
sin preocupamos por la eficacia en la tarea cotidiana.
Cercanía, escucha y disponibilidad.
Acogida al otro -especialmente al
inmigrante- y apertura a sus necesidades.
Vivir con hondura la soledad física y
espiritual.
Actuar desde la profundidad de la fe
-sobre todo para soportar las dudas.
Nos descubre cómo se va realizando la
salvación desde lo sencillo.
El crecimiento del Reino también se va
haciendo en lo cotidiano, a pesar de que nos gustaría ver pasos más decisivos
tanto en la sociedad cómo en la Iglesia.
Ser capaces de dar una respuesta
valiente a la llamada,
Nos cuesta mucho aún aprender de los
silencios de Dios en nuestra vida.
• ¿QUÉ PUEDE APORTAR LA ESPIRITUALIDAD
DE NAZARET A NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL?
El vivir desde la esperanza.
Acompañar, amistad gratuita,
disponibilidad.
Saber estar en el mundo, comprenderlo,
quererlo y hacer realidad nuestra fe en medio de él.
Favorecer hogares: lugares de acogida,
de calor fraterno, sin problemas de agenda ni horarios para el que lo necesita.
Apostolado de la bondad: sencillez,
sonrisas, abrazos y palabras amables.
Actitud de tolerancia con el distinto,
de servicio al otro.
Personas orantes, despojadas de poder.
Evangelizar con la presencia, con la
amistad, encarnarnos - poner amor y esperanza en el corazón de los problemas-
en las realidades de los que conviven a nuestro lado.
Vivir en pobreza efectiva, entregando
el corazón -nuestra única riqueza- a "fondo perdido".
Contemplativos en la acción
Hacer y hablar: necesidad de la
coherencia fe-vida. Que nuestros testimonios de palabra vayan acompañados de
nuestras obras.
Dar razones de nuestras preocupaciones:
anunciar y denunciar.
Mientras crece la
noche, cada día
prende el Amor su
llama
en tu candil de
aceite desvelado,
siempre igual y
creciente.
El pan de tus
moliendas se cuece, cada día.
bajo el fuego
tranquilo de tus ojos,
mientras crece
también la madrugada.
La fuente de la plaza
te entrega, cada día, su limosna
mientras le crece el
corazón al mundo.
Como el ave del
Tiempo vas y vienes.
de la casa a la
calle, del Misterio al misterio,
muchas veces al día,
y llevas con tus
pasos el compás de las horas...
Tú sabes qué es vivir
a pulso lento,
sin novedad para la
prensa humana.
Apenas sin distancia:
la de un grito.
En esta pobre aldea
que vigilan
las higueras comadres
y el centinela de un
ciprés oscuro.
-¿De Nazaret va a
salir algo bueno?
José viene cansado,
cada noche.
Y el Niño trae el
hambre entre los dedos
por undécima vez.
-¿Qué quieres, hijo?
(Las almendras se
miran, asustadas de gozo,
y el plato ríe miel
por todas partes).
Tú ya has dejado el
huso sobre el banco dormido
y la lana suspira
blancamente.
Esta mañana has ido
por retama,
y te sangran las
manos, en silencio,
y te huelen las manos
a lejía de yerbas.
Has ordeñado luego
las dos cabras sumisas,
y sabes toda a leche.
Ayer vino el siroco,
y te abrasó las flores.
Hoy irrumpe el simún
como una tropa de
soldados romanos,
y hay que cerrarlo
todo y, con la prisa, a oscuras.
se te pierde una
dracma. rescatada
del tributo de Herodes.
Si las vecinas rompen
tu retiro, como gallinas locas,
tú sonríes.
Un día nace un niño,
y tú lo acunas.
Y un día muere un
hombre, y tú lo velas.
En la olla inservible
crece un lirio morado,
y tú riegas su lenta
profecía.
Nazaret se despuebla,
cuando llega la Pascua,
y tú marchas con
todos.
peregrina del Templo,
con Yahvé de la mano,
con un salmo en la
boca.
La ruta de Israel
converge en tus sandalias.
Y los caminos
múltiples del mundo
arrancan de tus pies
caravaneros.
Tu corazón no para,
día y noche.
Día y noche recogen
sus limpios cangilones
el agua de la Vida.
Y el Verbo se hace
Hombre, día y noche,
delante de tus ojos,
al filo de tus manos,
detrás de tu
silencio...
MARTÍN
DESCALZO
Gracias por haber
sabido ser una mujer de pueblo,
por no haber
necesitado ni ángeles, ni criadas
que te amasaran el
pan y te hicieran la comida,
gracias por haber
sabido vivir tantos años sin milagros ni prodigios,
gracias por haber
sabido que estar llena
no es estarlo de
títulos y honores, sino de amor.
Gracias por haber
respetado la vocación de tu Hijo
cuando se fue hacia
su locura,
por no haberle dado
consejitos prudentes,
gracias por haberle
dejado crecer y
por sentirte
orgullosa de que Él te superase.
Gracias por haber
sabido quedarte en Nazaret,
en silencio y en la
sombra durante su misión.
Fuente: http://www.carlosdefoucauld.org/
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