Temas

Acentuaciones Pastorales 2012 (3) Actualidad (1) Adviento (10) Ángeles (1) Año de la fe (5) Año litúrgico (17) Ascensión del Señor (1) Asunción de María (6) Bautismo (1) Benedicto XVI (64) Biblia (8) Catequesis (17) Charles de Foucould (1) Cielo (2) Comunicación (3) Conferencia Episcopal (1) Corpus Christi (3) Credo (1) Cristo Rey (3) Cuaresma (13) Difuntos (1) Diócesis de Santiago (4) Divina Misericordia (1) Domingo de Ramos (3) Ecología (1) Educación (1) Encarnación (1) Epifanía (1) Espíritu Santo (2) Espiritualidad (2) Ética (1) Eucaristía (6) Evangelios (17) Evangelización (4) Francois Xavier Van Thuan (3) Halloween (1) Historia de la Iglesia (1) Iglesia comunión (2) Infierno (2) Inmaculada Concepción (1) Inmaculado Corazón de María (1) Internet (2) JMJ (1) JMJ Madrid 2011 (5) José Luis Martín Descalzo (2) Jóvenes (1) Juan Bautista (1) Juan Pablo II (7) Liturgia (1) Madre Teresa de Calcuta (1) Matrimonio (1) Misión (5) Misión joven 2012 (3) Muerte (1) Ora et Labora (1) Oración (34) Padre nuestro (1) Palabra de Dios (14) Papa Francisco (15) Pascua de Resurrección (5) Pasión de Cristo (1) Pasión de Cristo. Videos (1) Pastoral Juvenil (1) Pausa diaria (1) Pentecostés (7) Perdón (1) Plan Pastoral (2) Poemas (1) Purgatorio (2) Reconciliación (1) Redes sociales (3) Rosario (21) Sacerdocio (1) Sacramentos (1) Sagrada Familia (1) Sagrado Corazón (5) Salmos (6) San Alberto Hurtado (3) San Ignacio (1) San Pablo (7) San Pedro y San Pablo (3) Santa Teresa de Ávila (1) Santa Teresa del Niño Jesús (1) Santidad (2) Santísima Trinidad (4) Semana Santa (1) Testimonios (3) Vida cristiana (1) Virgen de Guadalupe (1) Virgen del Carmen (3) Virgen María (47) Vocaciones (5)

Aquel sábado en que, en la sinagoga, leyeron a Isaías (José Luis Martín Descalzo)

Creo que este poema de José Luis Martín Descalzo nos puede ayudar a entrar en esta próxima Semana Santa, descubriendo junto con la Virgen María el gran amor que Dios nos manifiesta en su entrega hasta la muerte de cruz.

Aquel sábado en que, en la sinagoga, leyeron a Isaías
Todos los sábados María acudía a la sinagoga, porque la Palabra de Dios era su mejor alimento. Pero, desde “lo del ángel”, todo lo que allí se leía estaba, para ella, como poblado de campanas. Y es que no había palabra de las Escrituras que a ella no le hablase del Chiquitín que albergaba dentro. Todo le parecía una biografía anticipada de su Pequeño.
Hasta que, un día, el encargado de la lectura tomó el rollo de Isaías 52 y, en voz alta dijo:

“Mirad, mi Siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de Él,
porque, desfigurado, no parecía hombre
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos.

Y María, que escuchaba,
toda se entenebrecía,
y su corazón sangraba
y, temblando repetía:
“¡Ay dolor, dolor, dolor!
¿Si seréis Vos, mi Señor?”

Y el lector prosiguió:

Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como Varón de dolores
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.

Las palabras del profeta
su corazón traspasaban
y, mezclados con el llanto,
sus gemidos se escapaban:
“¡Ay, sangra, corazón mío,
que está hablando de mi Niño!”

Y continuó el lector:

Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios, humillado;
pero Él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.

Y María se alegraba
de ver al hombre salvado,
mas era madre y temblaba
por el hijo maltratado
“¡Ay, mi amor, mi amor, mi amor!
¿Por qué has de ser redentor?”

Y, dando la vuelta al rollo, la palabra del lector continuó penetrando a María como una espada:

Nuestro castigo saludable cayó sobre Él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos, como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
yDios cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
Maltratado, se humillaba
yno abría la boca:
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador;
enmudecía y no abría la boca.

María se preguntaba
por qué no podría ser
como los demás su Hijo:
Un hijo para querer.
“¡Ay, mi pequeño cordero
Conducido al matadero!”

Y el lector siguió golpeando  y golpeando:

Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
 por los pecados de mi pueblo lo hicieron.
Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento
y entregar su vida como expiación.

Y recordando a aquel ángel
que un día la visitó
pensaba: “¡Qué lejos de todo
lo que Gabriel me anunció!”
y preguntó: “Ángel de luz,
¿me habrás engañado tú?”

Y el lector concluyó su lectura diciendo:

Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
Él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

Y María se inclinaba
ante el misterio de Dios
y aceptaba pagar ella
el mal que no cometió.
“¡Ay, hijo mío adorado,
no tengas miedo, mi amor,
que cuando llegue el dolor
vas a tenerme a tu lado!”

José Luis Marín Descalzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario